¿Qué puedo reclamarte en este instante de mi declive?
¿Bajo qué premisa puedo juzgar tu acto como injusto?
Me reconfortas en la indecisión de mis trances,
y en la alborada tu llama me abriga del frío.
No hay ni un solo motivo para reclamarte nada,
si me llenas de vida cada vez que los ojos cierro
y en mi mente al dormir creas un mundo de ensueño,
amándonos ahí solos tú y yo con pasión
haciendo que se desorbite nuestro éxtasis.