Si acaso alguna vez tu amor hirieron
y llevas en el alma cicatrices;
recuerda solamente que te dieron
momentos muy gloriosos y felices.
Si diste el corazón de fe prendido
y todos tus ensueños destrozaron;
envía tus pesares al olvido
y piensa que también te idolatraron.
Si sólo les serviste de juguete
a quienes le ofreciste tu ternura;
impide que la pena te sujete
y observa de la vida su hermosura:
¡Que siempre en el camino habrá esperanza
de ver brillar la luz en lontananza!
Autor: Aníbal Rodríguez.