Bajo la lluvia de mis besos
esa noche espléndida,
derrochaste tu amor dulcemente
y tu alma como pluma al viento
recorrió todos los caminos del cielo,
enamorada en silencio.
La noche cómplice,
se alumbró con destellos
de las rosas blancas
que adornaban tu lecho,
y recorrí absorto
toda la tersura
de tu cuerpo de Diosa,
envuelto en la serena calma
de la noche.
Tu risa entre besos tiernos,
estampas de tu corazón,
afloraron el camino
inmaculado de la dicha,
y en esa velada erótica
deliramos de amor.
Y cuando la aurora,
descargaba sus dorados pliegues,
sobre las sábanas tibias,
y nuestras almas fundidas
por el sagrado fuego,
el eco de nuestros besos
perfumados de amor,
recorrieron en ráfagas
todo el universo.