Yo anhelaba ser un héroe,
fuerte, invencible, inalcanzable,
erudito, cósmico y único,
hasta que tu grácil vientre,
fundió el acero, demolió la coraza,
devastó la roca que levantó la muralla
Hasta que tu ingenua mano
diluyó el granito, moldeo la arcilla
troqueló el mármol que acuñó la vida
que vertió el oro hasta crear esperanza
y desterrar las hipócritas obleas de la indiferencia
Yo anhelaba ser un Hércules
Invicto, insuperable
hasta que sentí tus labios rozar los míos
derramando dócil tu miel de promesas
cuál divino amor de Ninfa y Hada
Hasta que tus eróticos ojos
rasgaron el olvido
para desleír la nieve
inundando mis entrañas
agitando mi latido cual selva virginal
descubierta por tu fémina rebeldía
Yo anhelaba ser titánico y robusto
invulnerable, colosal, imposible
hasta que tu tierna voz
derrumbó las murallas
encendió los astros
con la fonía angélica al decir su nombre.
Se llamará Darío.
Será tu hijo.