Carlos Dario

Huellas

Una brisa, un murmullo que me aleja de todo. Un repicar de sonidos que se encierran en la fría Noche de inicio de año.

Un pequeño repique tañe y tañe; sonido que pareciera una lejana aparición y que sin embargo solo está en mis oídos.

Canción de la nueva y placentera nocturnidad. A lo lejos y marcando el horizonte se aparece la luna, que como faro reluciente nos mantiene atados a lo efímero.

Han pasado los días y aun se conserva el límpido perfume de tu piel; cansada en medio del trajín de los nuevos y viejos días.

Los meses se suceden y siempre se conserva la discreta sonrisa que se asoma cada vez que cruzamos memorias.

Nada es permanente, solo queda apelar a la memoria y a los enredos que el tiempo permite mantener en las fugaces interacciones que se juntan cada vez que sueño.

Y no son nada más que enlaces; son también vivencias y encallecidos mensajes que se fijan entre tantas vueltas y revueltas por las que pasan los sentidos. 

Y aun día cualquiera, sin asombro ni sorpresas, se van haciendo permanentes las emociones para que al final del tiempo se tejan dejando huellas que nadie quiere olvidar.

Una tarde, un día y tal vez un sueño en la noche.

Caracas, 27 de julio de 2022.