Estas por aquí -otra vez- flor del alma,
como sustancia abrasadora,
con ese perfume de amapola que envuelve
el jardín pétreo de mi corazón;
¿Cómo no besar los pájaros de tus pies,
ave del día, encendida
por las cristalinas aguas del paraíso?
Pueden verte las aves que están cantando
todavía, esta mañana de aurora suave,
de abejas que se atreven
a sonreírle a las flores de menta y del limonero.
¿Cómo no ser dulce si el dolor ya no duele,
si no hay tristeza,
y en la fiebre de tu rostro mi larga sed se ahoga
y se hace humedad crónica?
Quizás moriré de amor alguna tarde lúdica
después de cubrir tu cuerpo,
quizás el amor me acueste a tu costado
para ir a visitar tu sueño.