Nuestros cuerpos son esa minúscula gota entre un millón que forma un gran lago que es nuestro tiempo.
El tiempo, es esa estrella fugaz que aparece y desparece del cielo del mundo en un abrir y cerrar de ojos.
Nuestros ojos, son una pequeña cueva de la cual nos resguardamos de una lluvia de pensamientos negativos de una mente perturbada dañada por momentos oscuros vividos y sueños no conseguidos, o bien, también en algunos casos, nuestros ojos tan solo observan la nada de un Mundo muy diferente al que los ojos de nuestra alma disfrazada de fantasía observan, allá donde los sueños son la bandera que se alza en el techo del cielo del Mundo cuando la pasión ha vencido al dolor.
El dolor, ese somnífero que adormece al ser y lo priva de caminar por el camino de la vida.
El dolor, ese tren malvado que nos transporta por el túnel de los sueños no conseguidos mientras nuestra alma soñadora observa melancólica desde la ventanilla como el último rayo de sol existente, allá en la lejanía, se esconde para no volver.
El adiós, es esa hoja caída del árbol esclava del viento que vuela en dirección opuesta y que la vida maltrata alejándola de toda felicidad posible. Y tú, que no eres capaz de curar esa herida que adormece los sueños que tu alma aguarda, te conviertes en esa hoja que vuela sin rumbo alguno por el camino de la vida.
La vida, no existe definición más hermosa posible más allá de la misma palabra en sí.
La vida lo es todo, para bien o para mal. Es luz como también oscuridad.
Es dolor como también felicidad.
Es tristeza como también alegría.
La vida es nuestro Mundo que decidimos escoger dentro de los millones que existen. Y la libertad, es la que te hará escoger el Mundo más hermoso posible.
El Mundo que construimos no es otro que el Mundo que nosotros mismos convertimos según nuestra alma deseé.
Si el Mundo que observamos fuera el mismo que imaginamos, nuestro planeta, nuestro hogar, sería muy diferente al que realmente habitamos.
Si nuestra imaginación fuera un pincel con el que plasmar la fantasía de nuestra alma, el cuadro de la vida sería una Tierra verde y azul que se sostiene diminuta acompañada de infinitas estrellas que pueden ser Mundos que como el nuestro ofrecen el regalo más preciado que puede existir, que es vivir.
Y en verdad nuestra Tierra es así, y es que no hace falta imaginarla de la mejor manera posible ya que su existencia está plasmada tal y como es, tan solo nosotros tenemos el deber de cuidarla con nuestros actos.
Hay que vivir sabiendo que la belleza ya está presente, la vida ya ha sido imaginada de la manera más hermosa posible, esa tarea ya no es nuestra, tan solo nosotros tenemos ahora el deber de mantener esa belleza por siempre.
El cuadro de la vida ya fue pintado, la historia de la vida ya fue escrita, tan solo nosotros debemos descubrir sus mejores secretos. Y es que tan solo todo lo que concierne a la vida se simplifica en una sola cosa, en VIVIR.