En cuartetas engarzadas
dejo escrito mi saber
para la que tanto amé
la que fuera mi querer.
Por la que tanto lloré
recordando sus miradas
recordando aquel ayer
entre lágrimas saladas.
Pues costaba de entender
el que nunca la veré
y que en frías madrugadas
nunca más la besaré.
Pero pasan las jornadas
y uno acaba por ceder
en su busca del porqué
no te dejan escoger.
Aunque no abandonaré
pues soñando mis tontadas
yo la vuelvo a conocer
y ya vuelven las quedadas.
Porque sueño con volver
con aquello que se fue
recordando las paradas
en la esquina del café.
M.