Allá, allá fue donde dejé lo fastidioso.
Esos recuerdos y vivencias desechables
en un espacio inescrutable,
desfiladero final y féretro eterno,
donde nadie podrá ir a revivirlos.
Y los dejé bien perdidos y tiré lejos la guía
pues no quiero volver a la tristeza
y quiero, sí, que mis letras solo apunten
a la altura de los cielos azulados
y mis trazos solo tengan la algazara
de lo que hoy vivo en contento alborozado.
Habrán sentido alguna vez el agobiante peso
que quita el aire vital de los pulmones
y esa opresión angustiante en el pecho
de sentir que es el último suspiro.
Todo eso lo he llevado al final despeñadero
a que muera lenta muerte
que lenta muerte me han deseado.
Y también quiero pregurarles si han sentido
latires felices de tambores
y ese privativo estado de alma libre
en que no pesa ni el cuerpo ni pesan los sentires
pues todo parece elevarse sin esfuerzos
hacia esos cielos azulados.
De mi libro “De trazos del borrador”. 2017 ISBN 978-987-4004-51-2