Me devano en la miseria
de la angustia que me arropa,
del dolor y la congoja
cuando miro tu pobreza.
Me retuerzo en las afrentas
cuando sufres siempre a solas
cuando el alma llevas rota
y que del dolor tú tiemblas.
Me revuelco en el silencio
con sus gritos siempre agudos;
y hasta mi alma van mordiendo,
esos sueños tan ilusos
que por siempre los defiendo
como míos, como tuyos.