Lourdes Aguilar

LA CASA EMBRUJADA

Se rumoreaba que la casa marcada con el número 613 del fraccionamiento El Porvenir estaba embrujada, los primeros testigos hablaban de una voz ininteligible cantando a altas horas de la noche; y aunque era lógico que debido a las paredes delgadas de un fraccionamiento se escuchara todo tipo de sonidos de las casas adyacentes, lo extraño comenzó más bien cuando a  fuerza de tratarse supieron que la voz de  quien cantaba en la casa 613 no pertenecía a ninguno de ellos y de hecho nadie vivía ahí, el timbre de la voz era de una persona joven, casi adolescente y la letra resultaba desconocida debido al idioma, en eso también había desacuerdo, quienes entendían inglés aseguraban que cantaba en francés, quienes entendían francés decían que era en ruso y así por el estilo aunque nadie dominara ninguno de los idiomas que decían escuchar, lo cierto es que no era español; en el tono de la melodía tampoco había uniformidad y eso era lo raro, pues si un vecino se acostaba enojado decía que el fantasma cantaba melodías tristes , el que lo hacía contento decía que las canciones eran de amor y el que lo hacía triste juraba que a ritmo de reggeton el fantasma decía puras obscenidades; en lo que sí estaban de acuerdo era en la naturaleza sobrenatural, aunque la denominación de “embrujada” no fuese el apropiado para la casa de un ánima cantante, por lo general los fantasmas se dedicaban a gemir, azotar puertas y aparecerse deformes y con sonrisas macabras por las ventanas; en cambio en el 613 el ánima ocupante era excéntrica pero no agresiva por lo cual no requería la intervención de un exorcista.

  Un tiempo después llegó una mujer cuarentona a habitar la casa sin que nadie le mencionara acerca del hecho, todos pensaban que a pesar de no ser espeluznante sí en cambio podría darle un buen susto a dicha mujer y sería divertido verla salir con cara de espanto a media noche todavía con su cara embadurnada con mascarilla de aguacate y tubos en el cabello al escuchar su primera serenata fantasma para tocarle a algún vecino solicitando auxilio, pero para decepción de ellos nada ocurrió la primera ni los posteriores noches, el vendedor de pollos rostizados no aguantó su curiosidad y le preguntó a la mujer cuyo nombre era Minerva si por casualidad había escuchado algo extraño en su casa en el tiempo que llevaba habitándola, a lo cual ella respondió negativamente y agregó que en ninguna casa había dormido tan plácidamente; el asunto pudo terminar allí si no fuera porque algún envidioso decidió que no era justo que Minerva durmiera a sus anchas mientras los demás tenían que escuchar el repertorio del cantante fantasma, sin duda Minerva debía tener algún pacto con el diablo, así empezó a propagarse la voz de que era una bruja y hasta había planeado la presencia del fantasma antes de su llegada para evitar sospechas, pero como toda bruja debía dar algo a cambio y seguramente ahora necesitaba sacrificar adolescentes de vez en cuando para mantenerlo afinado y contento, eso ocasionó que la miraran con miedo y suspicacia, al igual que sus bolsas del supermercado, donde bien podía esconder velas negras y hierbas envueltas cuidadosamente en papel periódico, además seguramente hacía sus conjuros en los terrenos baldíos llenos de maleza que rodeaban el fraccionamiento, de hecho un vecino que pasaba por ahí aseguró haber encontrado el cadáver de un gato negro oculto por los arbustos y en una posición extraña, como si hubiera sido crucificado, pero después de la alarma que generó se supo que el gato no era negro sino pardo y había sido atropellado el día anterior, aunque quedó la duda de si fue Minerva quien deliberadamente ordenó al gato atravesarse en el momento justo para después usar su cadáver en algún maléfico ritual, no obstante todas esas suposiciones de dominio público, Minerva parecía no darse por enterada y si lo estaba no le importó, por lo cual muchos creyeron confirmadas sus sospechas y prohibieron a sus hijos todo trato con ella.

 El tiempo pasaba y Minerva seguía tan fresca como al principio; entonces algunos vecinos decidieron recurrir a la prensa para truncar su tranquilidad, así fue como un día llegaron a casa de Minerva unos reporteros acompañados de especialistas con aparatos apropiados para estudiar actividades paranormales y un médium que se ofreció a platicar con el fantasma si es que había alguno y convencerlo de irse a cantar al limbo; Minerva, lejos de enojarse los invitó a tomar un café, asegurando que sus vecinos poseían una imaginación desbordada y por su parte no tenía inconveniente en que hicieran las pruebas pertinentes para convencerse deque en su casa nada sobrenatural ocurría, los reporteros y el médium agradecieron su hospitalidad y colocaron sus cámaras y grabadoras en los minúsculos espacios mientras el médium veía una serie de Netflix.

 Cerca de la medianoche todo quedó instalado, los reporteros y los especialistas se acomodaron en los sofás y en unos tapetes que amablemente les ofreció Minerva, el médium cerró los ojos e invocó al supuesto espectro; pero la noche transcurrió en completa calma y solo el médium interrumpía el silencio con sus ronquidos.

 Al otro día los vecinos se arremolinaron expectantes, no querían perderla oportunidad de dar realce a un fraccionamiento tan alejado y con tantos problemas de alumbrado, pavimentación y seguridad, pero de todos ellos ser los únicos que contaban con una casa embrujada y aprovechar la ocasión para narrar sus anécdotas de sábanas arrebatadas en la oscuridad de la noche o de trastes entrechocando a cualquier hora además de enviar saludos y reportar una tubería rota, hasta Minerva se había maquillado y lucía un sugerente vestido escotado, emocionada por ser la anfitriona; los especialistas hicieron su labor mientras afuera se especulaba si el fantasma habría revelado su identidad como Elvis Presley , Serge Gains o Carlos Gardel, pero para decepción de todos, los aparatos no registraron nada anormal y eso causó enojo en los reporteros y bochorno en los vecinos que no se podían explicar tamaña majadería de su fantasma, era inaudito que después de soportarlo tanto tiempo se negara a proporcionarles un poco de propaganda y la oportunidad de aparecer en las redes, poco a poco se alejaron apenados de la casa de Minerva mientras ésta convidaba rebanadas de pastel a los asistentes y los especialistas repelaban el haber sido traídos a un fraccionamiento tan alejado del centro donde cualquier tos de vecino atravesando las paredes podía confundirse con un espíritu chocarrero, los reporteros se fueron a la caza de mejores noticias y los especialistas abordaron sus vehículos mirando a los vecinos como si pertenecieran a una tribu amazónica, Minerva siguió durmiendo como piedra y los vecinos no volvieron a mencionar el tema a pesar de que el fantasma continuó con sus conciertos nocturnos, pero ahora, si algún visitante llegaba a pernoctar en el fraccionamiento y lo escuchaba le respondían que en la casa número 613 vivía una solterona lunática que dormía toda la noche escuchando discos de ópera de un fallecido cantante judío.