Al no sentir empatía
con tres palabras deplorables
¡ lo siento! ¡ gracias! ¡ adiós!
desenfunda sin piedad su daga
lacerando el noble corazón,
un ahogado gemido irrumpe
en el silencio cauto
y con una profunda herida
las lágrimas brotan
como sangre sin contención,
siente como se le escapa la vida
por ese pérfido amor
…la resiliencia no tiene cabida
con ese visceral dolor.