Las virtudes nacieron con el alba del día,
se posaron calladas en los riscos piadosos
de insondables montañas. Verdadera templanza
en las alas cargaban, con sus aires gozosos.
Sus blancuras radiantes, sin tintura falsía
fueron canto animado de solemnes primicias,
sus destellos cabales de colores grandiosos
anunciaron las nuevas, con el sello, de albricias.
Asombrosos momentos, de perfecta valía,
un magnífico instante dibujó la esperanza,
es ambiente esmerado de divinas caricias,
paraíso preciso, pedestal de bonanza.