Oye al silencio,
escucha los suspiros
que va dejando.
Porque invisible,
le llevas a tu lado
y va contigo.
Es como un ángel,
tu sombra y compañero
en todo instante.
En el silencio
se esconden los latidos
de tu persona.
Desde el silencio
se forman los proyectos
y pensamientos.
Pero el silencio
es puerto y es refugio
del navegante.
Él nos acoge,
nos libra de galernas
y hasta nos duerme.
Con él soñamos.
Dormimos en sus brazos
sin darnos cuenta.
Y así vendrá,
un día, cuando sea
para llevarnos.
Y su silencio,
será nuestros silencio
eternamente.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/03/23