Mañana fría de marzo,
atardecer tibio de abril,
los días pasan volando,
la lluvia apaga el candil.
Tarde de fruta madura,
El ocaso corre al redil,
la noche gotea y oscura
el fondo del viejo barril.
La aurora llega desnuda,
con su perfume de anís,
blancos sus pechos duros
con su leche de marfil.
Y el día abre sus velas,
a un soplo de aire frágil,
mientras la luna se peina,
después de un beso febril.