Mi niñez fue un barrilete rojamente ácido
canciones en la mañana de mis ojos
gaviotas desbautizaban el mar
en el atalaya donde soñé conquistar el mundo
balnearios, cuitas
la alegría fantasma de una infancia amputada
desde todos los días viene un golpear de olas
moja y arrastra las palabras que caen
y hasta las que sobreviven en el aire
aprendí la taxonomía de los hombres
phylum, clase, orden al pasar por el espacio
calibrar la pisada mientras el otro habitaba en lo primordial
dupliqué las horas a salvo del después
y aquel agujero negro donde se muere
sirvió para diseñar un vacío donde el otro no existía
detener el alba en la ventana
el reloj que enhebró con cada brazada
pájaros imprescindibles que me volaron sobre todos los cielos
brújulas apuntaban al pasado sin dejarlo envejecer
¿para qué sirve una niñez apuntalada?
se va a romper algo
será templo de la nada
un niño es la intersección donde no debe perderse el primer rostro
el barro de las palabras para crear mundos
sombras
luces
demasiadas cosas predilectas para construir su felicidad