El eco de la sal
derramada sobre el espejo
la mente arbolada
de quienes te sostienen el alma
sonrisa de papel
en un terrón de hiel
a merced
de un tremolar
que se apresura despierto
entre los nocturnos diáfanos
del día.
La raíz plantada del agua
donde la semilla aguarda
el aliento petrificado
de la desmesura
que compone la canción del desapego,
donde asistiremos al ágape
moribundos hasta el próximo legado
siguiendo la parábola del vino y el pan
teñida de lenguas recias
De horadada vejez
sombra de zarzamora
molino de la fe vibrante
en la cuerda de la lira,
señor de los dominios
preferido de mi voz
que también
silenciosa te conmemora,
desde la serpiente al águila
el vuelo de mi conciencia
te albergará por siempre
en la esperanza marchita del edén.