Un lánguido invierno
una noche fría
sin pena ni gloria
pasaba la vida.
Un espectro triste
de sombras cubría
un sentir vacío
que llorar me hacía.
El perverso insomnio
de angustia cegaba
falsas ilusiones
que a veces soñaba.
La infausta ironía
con la soledad se abraza
que estúpido velo
que ingrata amenaza.
Ese macilento aspecto
esas febriles miradas
son los tétricos reflejos
de esas encrucijadas.
Classman