Romey

Taranis...




...sumido insomne en el bosque sinuoso responde con un clamor atronador, un rugido enorme, un choque de luces, la combustión de un orbe que rueda y da otra vuelta al firmamento azul, y en su mirada de briyos dispares un matiz electrizante resalta sobre el reflejo ígneo del río, se prende la antorcha y puede ver así el camino serpentear largo hacia tan alto abismo, mientras espera viento propicio, entonces ensimismado en los pájaros cantando debajo, golpea dos piedras, cierra los ojos e imagina el descenso precipitado en aquel lejano acantilado, como el consecutivo relámpago iluminando al otro lado del agua el mundo onírico, a un paso cruzando el cuerpo frío del reptil, impulso rectilíneo, mojado de amor hasta los bordes del alma, moviendo masas de aire informe con algo mas que sus manos moradas, y el trance ejecuta tormenta, enarbolada la flecha pende derecha cuando a la tierra conecta la esencia celestial, y el clima cambia durante este efímero parpadeo, omite el tiempo de letargo magnánimo cargando de todo dolor contenido el rayo en claro paroxismo absoluto, sobre fondo oscuro creciente expresión poética viva, fenómeno cuya estética se equipara a la de las estreyas, que vibran al mismo instante haciendo sonar su música, luego cae la yuvia y un fuego que inunda con su luz desnuda la absorta oscuridad, donde vela una forma confusa, una forma física dividida en gotas plumbeas, réplica intensa que deja impresa su hueya: el Sol se nubla y fluye torrencialmente beya la alegría suprema entre las verdes estelas de las hadas, la hierba teñida de turquesa y escarlata