Es que la fuerza templa a las ìnfulas,
y somos còmplices de esa morada que no està fuera,
sino vibra en el interior de nuestra sangre,
como un grito que busca el rìo para seguir su cauce.
Y como los arrebatos de la corriente lo seguimos,
la vida no se impone sino nosotros con nuestra piel,
embarcados en las incursiones de la pasiòn, enamorados,
locos con la prisa de los sorpresivos intentos de volver a empezar.
Asì marcamos las huellas en el terrunio, nuestro pasos,
sòlo hay que dejar murmurar al rìo que siembra , al mar que muerde
a la naturaleza que brusca nos enciende y nos hace suyos.
Asì el amor es el aluviòn que nos envuelve y con un beso.
nos enseña a ser empàticos con la intensidad de los locos
que no dejan de ser gitanos de las pausas y de las miradas añoradas.