El silencio como armonía decrépita
bajo el mandato impuesto de oscuridad y nostalgia.
Luna llena que ilumina trazos del río entre nieblas
sueños que reposan traduciéndose en anhelos
hiriendo el rostro de la soledad
que mira erguida entre sombras
La noche que se asfixia
con el brillo de estrellas compactas, languidecientes
pequeños destellos de lucidez
que flotan entre eternidades
como promesas de cobijos y amparos.
Una niebla azulada que obnubila el pensamiento
Nostalgias que alimentan historias
apaciguando el recuerdo de herencias manidas
Una araña que escala el muro
como siglos de altivos egos que renuncian a las derrotas
ascendiendo poderosos, sobrepasando los calendarios.
Voces que se imaginan asomándose por las ventanas
entre cristales empañados por el vaho de las canas
cantos enloquecidos por mutismos de recuerdos
como el abismo del alma, clamando a dioses y fantasmas
La noche continua acuosa
cruzando las horas infinitas
las rosas que inmunes esperan el final de las tinieblas
un cielo que va cayendo sobre los caducos huesos
rememorando los juegos, el columpio y la cigarra
No es fácil asir los astros al azul de la esperanza
ni expresar entre el desvelo que la vida ha cambiado
que el incendio del pasado se congeló entre lágrimas
y la ventana se ha abierto, convidando a los ángeles
que el jardín florecerá de nuevo
con la primera luz del alba
y que el invierno inclemente morirá en un día soleado
La noche incinera incienso para morir en la almohada
densa, muda, se despide por la espalda
el rocío que despunta como azucena acicalada
refrescando la pradera, sin orgullo ni tardanza
como la mañana renueva nuestra alma desvelada.