José Luis Barrientos León

Insomnio.

 

 

El silencio como armonía decrépita

bajo el mandato impuesto de oscuridad y nostalgia.

Luna llena que ilumina trazos del río entre nieblas

sueños que reposan traduciéndose en anhelos

hiriendo el rostro de la soledad

que mira erguida entre sombras

 

La noche que se asfixia

con el brillo de estrellas compactas, languidecientes

pequeños destellos de lucidez

que flotan entre eternidades

como promesas de cobijos y amparos.

 

Una niebla azulada que obnubila el pensamiento

Nostalgias que alimentan historias

apaciguando el recuerdo de herencias manidas

Una araña que escala el muro

como siglos de altivos egos que renuncian a las derrotas

ascendiendo poderosos, sobrepasando los calendarios.

 

Voces que se imaginan asomándose por las ventanas

entre cristales empañados por el vaho de las canas

cantos enloquecidos por mutismos de recuerdos

como el abismo del alma, clamando a dioses y fantasmas

 

La noche continua acuosa

cruzando las horas infinitas

las rosas que inmunes esperan el final de las tinieblas

un cielo que va cayendo sobre los caducos huesos

rememorando los juegos, el columpio y la cigarra

 

No es fácil asir los astros al azul de la esperanza

ni expresar entre el desvelo que la vida ha cambiado

que el incendio del pasado se congeló entre lágrimas

y la ventana se ha abierto, convidando a los ángeles

que el jardín florecerá de nuevo

con la primera luz del alba

y que el invierno inclemente morirá en un día soleado

 

La noche incinera incienso para morir en la almohada

densa, muda, se despide por la espalda

el rocío que despunta como azucena acicalada

refrescando la pradera, sin orgullo ni tardanza

como la mañana renueva nuestra alma desvelada.