Vio la luz y revoloteó
aquel tormento atroz,
que retenía la voluntad
que seducía la torpeza
Gritó el eco, y no volvió
el Itinerante reverbero.
Las aguas tranquilas,
la sensación, sofocante
Presionaban las cuerdas,
del viejo amor encallado
de cuarteadas esperanzas
de amargos desencantos
Encuentro en alejamiento,
borrosos sentimientos
en despedidas fingidas,
de amores tenebrosos
Pudo, la fortuna amorosa
derrumbar aquella prosa,
y ahora cambió airosa
quizá la vida, más fogosa
¡Luz y tormenta en una tarde lluviosa!