Corre el río desenfrenado
pero, con paciencia serena
con conocimiento en su vena
llega a su meta con agrado.
Huele la tierna abeja de la flor
los néctares que viajan sumisos
por el aire orondo sin permiso
y vestirlos en alimento y amor.
Vuelan aves por el cielo,
sin dormir y con desvelo,
para cumplir su cometido
los avatares han vencido.