Estación de tu reposo
entre actores que dialogan,
sin presión inmerso en códices
que retomen tanta magia
como cupo en estos cofres.
Estrangulado en las yemas
me lo pongo
para dar de mí lo tóxico:
verdades que cercenan.
Así a la vuelta
de cualquier esquina
tú me encuentras.
Cortina a esta angustia
me desvelas
y soy ya tuyo en el delirio
de mi tinta,
dulce embrujo.
Qué más sigue es cosa mía
si me agrieta la costumbre
de latir sin compañía
de tan oscuro un bucle
de suicidio, pesimista.
Y es este sol que tanto me aísla
sin la sílaba, insomne, que defina mis iras
contra este cuerpo sin nombre
que yo llamo el destino.