Sobre agudas tormentas se levanta virtuosa
la prudencia: pausada, reflexiva y valiente,
los reflejos externos son chispazos someros
convertidos en miedo de inexacta simiente.
La justicia oprimida sigue senda tortuosa,
ensenadas de fuego, precipicios brillantes
y escrituras antiguas de la pluma turgente
con las manos afables de las mentes labrantes.
El humano en su marcha, muestra cara afanosa
resguardando con tino, sus mejores aperos
y adornando su casa con celestes diamantes,
aunque el viaje requiere, los bagajes ligeros.