Hay trovadores que no mienten,
aunque parezcan mentirosos,
hay juglares que por más que procuren
no pueden expresar lo inefable.
Hay, uno en particular, incomprendido,
que procura expresar con locuciones
incluso inverosímiles, su interior;
no es que mentir sea su afán,
empero, ¿cómo puede expresarse cuando
las noches parecen interminables
porque su amor está ausente?
¿Cómo puede justificarse la existencia
si vivir para amar es su estímulo?
¿Cómo expresar el acto de lo sublime
al anhelar a su amada como se anhela
a una estrella que se encuentra alejada?
¿Y cómo se expresa el gozo sin igual
cuando entre sus brazos la percibe presente?
Es como tocar a las estrellas.
¿Cómo expresar lo ferviente del deseo
de obsequiar a quien ama, el regalo
que nunca jamás pudo haber concedido?
Le queda solamente ofrendar al sol
y a la luna, para compensar su gozo.
¿Cómo no perder el quicio
y decir cosas que resultan tan incoherentes,
cuando lo que se experimenta
rebasa todo entendimiento?
¿Cómo no anhelar que la dicha que se recibe
se extienda no solo hasta la muerte,
sino que abarque hasta la eternidad?
Efímeras son: la vida, las noches y las mañanas,
mas queda pensar que no lo son,
para proveerle esperanzas al corazón
y aunque se disfracen de mentiras,
son verdades, -por los poetas-, emitidas.