La evidencia se perfila
en las lágrimas congeladas
de las señales indómitas
que marcan el derrumbe
de la vieja ermita.
Los cruzados duermen
pero el cielo, subversivo,
tiene sus planes.
Con sabiduría antigua,
el ímpetu del Islam rescata
de los sangrantes escombros
la Cruz, insumisa,
forjada a golpes y a fuego.
El paraíso entiende
de corazones blancos,
no de credos.