Yo que hice de mis brazos tu lecho tu morada
te aferraste a mis dedos de niña con apego
apego de la sangre nutriente sin delego
yo, que abracé tu cuerpo, de niña iluminada,
quien me designo el rango de madre como aliada
cumplí todos mis sueños , el fruto de mi riego.
Te anidaste en mi pecho, tu cuna mi sosiego
yo que hice de mis brazos tu lecho tu almohada
me consagré tu madre, velando tu niñez
Y creciste como árbol con sus ramas al cielo
con todos los permisos , todas las libertades.
Hoy que te siento cerca, lejana intrepidez
llenaste tu mochila surcando así tu vuelo.
Te extraño con el alma, y acepto tus verdades.
Si fuesen soledades.
Asumirá esta madre que su niña ha crecido,
al amparo cálido de un cielo bendecido.