De horas contadas se viste la existencia
la ciudad a lo lejos apaga sus luciérnagas
hay plazas desoladas, la lluvia en insistencia
las almas solitarias cuentan horas inciertas.
Un aroma de azahares llena la casa entera,
Y madreselvas dulces aligeran las penas
las preguntas se asoman a ventanas abiertas
por donde un tibio sol asume las respuestas.
La paz se ha recostado a disfrutar la siesta,
alcanza sueños raros, de lejanas quimeras
el pasado escapó como fugaz estrella,
y el presente es la valla que al futuro bloquea.
En el cuerpo dormitan los sentidos que callan,
ya tan solo presienten como ciego en la plaza,
el sonar la moneda en su plato no alcanza
es tan solo ilusión que a los oídos canta.
Todo se ha detenido, cada instinto, razón,
a puertas del olvido se escucha una canción,
conocida, lejana, pero tan familiar, avanza de otras vidas
con su fuerza ancestral.
Amantes que en reencuentro se vuelven a mirar,
y tentaron la suerte, el destino es rival,
no hay hambre que calmar ni sed para saciar
solo queda ceder, y en el ciclo avanzar.
La palabra fue error que no supo mostrar
el sentido sencillo que quiso hacer llegar;
tengo en mi corazón tanto por entregar
para contigo ser, siempre contigo estar.
Alma que se mostró sin maquillaje alguno,
desnuda cual gota de agua,
carne y sangre, en mi mundo.
Sigue la rueda eterna, habrá un día mejor,
quien sabe a cuantos años se encuentra el resplandor
tras la noche inminente que los parpados cierra,
vendrá el alba animada sobre fértil pradera.
Y cantaran las aves, aroma a primavera, así en miles de vidas volverás a nacer,
seras rosa, paloma, lluvia fresca al caer, la estrella que se asoma en el atardecer
ya sin temor alguno contemplaras tu ayer, bajo la tierra húmeda donde duerme un clavel.