Miguel Ángel Miguélez

Llovizna

 

 

 

 

 

Se mueve la llovizna como un sueño

de espíritus nostálgicos y suaves

susurros, que me dicen que las aves

ya partieron, detrás del sol sureño.

 

Dispuestas a morir en el empeño

de obtener, de la vida, cuantas llaves

hagan falta, las alas baten graves

y vuelan con su adiós sobre mi ceño.

 

Todo cuanto se fue regresa ahora

en sutiles cortinas de añoranza

que descuelgan de mi alma polvorienta.

 

Y me dejo llevar, y me devora

saber que ya no existe la esperanza

que, como la llovizna, cae lenta.