José Luis Barrientos León

Germina la esperanza

 

Con cada hora germina una esperanza,

borrando la ajena niebla de la soledad,

como si el tiempo naciera en el silencio,

volando junto a su tierna voz,

apenas percibida.

 

Estaba tan acostumbrado al silencio,

al aire sin sonidos y la noche sin tonalidades,

que la brisa era la antesala a ráfagas de abandono,

y por la tarde el preludio de nieblas desoladas.

 

El tiempo crecía como hiedras,

como olas sombrías,

ahogando mi rostro,

en horizontes inaccesibles,

donde lágrimas espesas, amargas,

bajaban por el rostro al contemplar los lunarios.

 

Sin embargo, el ocaso dictaba una promesa,

voces y cantos alzándose sobre la luz,

por encima de los días y las noches,

desmoronando las tristezas,

desterrando las nostalgias.

 

Llantos sublimes como melodías,

volando hasta el pecho,

senos como fontanas fecundando la vida,

aires de ternura inundando los espacios.

Donde no había nadie.

Donde todo era espanto.

 

Con cada minuto germina una esperanza

Un tiempo de cuentos y canciones

de juegos y cabriolas,

un tiempo de risas y algarabías

de ilusiones y de flores