De repente allí
te sentí,
amiga gentil.
El saludo,
el frenesí
y tu encanto,
en el jardín.
El fraterno abrazo,
nos hizo feliz.
Hablamos
en pleno trajín,
nos miramos,
oh dama febril,
inverosímil encuentro,
con olor a jazmín.
Nos despedimos,
sonreimos y soñamos.
Y, aunque cada quien
tomó su vuelo,
no disimulamos,
que aún,
en el paralelismo
de los tiempos
y de las distancias,
entre suspiros,
nos amamos.