Lloran los ojos
heridos por la niebla
que impiden verte.
Y es que precisan
la luz de tus pupilas
y su alegría.
Afuera cantan,
ajenos, los gorriones
en el jardín.
Hasta una rosa
se muestra, en la mañana,
algo mojada.
Es el rocío,
llegando hasta sus pétalos
tan primorosos.
Pero tus ojos,
llorosos no ven esto
con su belleza.
Y yo preciso
que vean y me digan
lo que tú ves.
Porque estoy ciego,
mis ojos, sin tus ojos,
están a oscuras.
Tú eres mi guía,
mi faro y lazarillo.
Sigo tus pasos.
Por eso seca
y alegra tus ojitos,
\"mi mariposa\".
Rafael Sánchez Ortega ©
31/03/23