Llegó el jefe de inspección,
a la guardia de refuerzo,
y usando muy poco esfuerzo,
nos dejó esta confesión.
(Si miento, es por Chacón,
que habló tanto como un loro)
Contó que se domó un toro,
por los cuernos fue agarrado...
(mientras el que estaba al lado,
fue haciéndole el gran coro).
Toro y hombre, frente a frente,
(la distancia se medía)
mas, el vacuno veía,
a un domador diferente.
Que se acerca irreverente,
de sus cuernos echa mano,
(no parece que es humano),
y un cuerno le entra a un bolsillo,
por el aire está el chiquillo
en círculos, ¿se ve ufano?
¡Lo mata! gritaba alguno,
(desconfiando del torero),
no imaginó lo certero,
ni que en las lides era el uno.
Lo aplauden, pues no hay ninguno
con esa disposición.
Pone un pie de refilón
en el suelo, ¡allí ganaba!
la cabeza le giraba,
y lo ubica en el rejón.
Estuvo inmovilizado,
sin agua y sin comida,
tres días (en forma suicida)
para que fuera domado.
Al cuarto, ¡ya está logrado!
respeta a su contendiente,
y se va obedientemente
a reunirse con las vacas,
mas, las gordas y las flacas
ya prefieren al valiente.
Desde entonces, diferente
fue la historia del vaquero,
que domando fue el primero
y rememora elocuente.
Ríe tan plácidamente,
al revivir el pasado,
una foto que ha encontrado,
le recordó aquellos lares,
cuando en Palomo Linares,
hace tiempo fue apodado.
PD: publiqué autorizada por el protagonista de la historia que es real.