El grito, la delgadez,
en un aullido crónico
retorna a un hermano.
El llanto y la distancia abierta
tras un manto de neblina.
En la complicidad
la desesperación
por una alegría.
El anuncio era el pasaje irreal,
hermanito, tienes frío.
No te preparaste
para despertar en otra dimensión.
La pelota está en la cancha
a la hora del partido,
pero se suspendió todo, hermanito,
el mundo se suspende
si la distancia viene por nosotros.
Quien te mire de frente, hermano,
encontrará tu mirada
y detendrá la guerra.
Ganará el pueblo
que a penas dice algo,
fulgura una ausencia,
a penas te rescata,
el gurkha te arroja al calor,
la hoguera puede verse a la distancia.
¿Qué hacían en la distancia?
Parados en las cornisas,
niños con armas de juguete gritan,
algunos cantan.
¿Los soldados se deslizan
felices en la nieve… aullando?
Te miran con el asombro
presidiendo la acción de guerra.
El paisaje aquel era bélico,
la soledad de los rostros del enemigo
estaba hundida en la nieve, hermano,
te cargaba en los ojos el enemigo,
a penas el dolor
y la profundidad de las cicatrices
pudieron desprenderte de las islas,
a penas pudo romperte de las islas
la petrificación de la niñez,
el frío, hermano, está en la distancia.
Tiemblas extranjero en tu tierra,
te expropiaron de Malvinas.
Depositaron sus diarios
con las páginas abiertas en Malvinas,
la música que recorro cuando te visito,
soberana en el paisaje,
es como la distancia.
Hay que caminar la música de tus islas.
A penas el silencio sujeta
entre paréntesis los murmullos,
las oraciones y confidencias
que ya adoptaron otra lengua,
hablan malvinas en el desamparo.
Conquistaron otra lengua
recostada sobre el silencio.
Goza el cielo la sinceridad de la noche.
Los ojos abiertos,
la desmesura de los ojos limpios de la noche.