¡Qué labios tan ardientes y felices
que son como frescos cafetales,
como dorados y dulces cañales
y convierten en cántico todo lo que dices!
En esos labios nada importuna
no lamentarán desgracia ninguna,
porque no se asoma querella alguna
sobre esos labios de luna.
¡Labios por siempre joviales
que saborean a pleno el gozo
te convierte en el más bello mozo
la sonrisa de tus labios angelicales!
¡Labios de Príncipe! ¡Labios de doncel!
déjame rozarlos con ternura
encender la pasión y la locura
en esos labios de miel.