Ni un momento se aquietó mi mente
volando en sus vidas,
ni mi boca calló sus nombres
ni mis labios dejaron de besarlos.
Merodearon mis sueños,
sacudían mi alma
y fueron siempre mi grato consuelo.
¿Qué hubiese sido mi ser sin su cobijo?
Ya no hay nada que mi atención distraiga
más que la mirada de sus ojos
y el acento de sus voces que me nombran
y sus besos y sus abrazos que me estrechan.
Están en mis sueños que a mi alma agitan,
trocitos de cielo que son mi consuelo,
como ese ángel mío.
De mi libro “Del ser de mi existencia”. 2018 ISBN 978-987-4004-71-0