La gripe, el cáncer, la peste,... aíslan
la locura más,
uno es observador
de una frenética, vertiginosa y delirante
carrera del pensamiento,
que al igual que el enamoramiento
no responde a la voluntad,
es un estado,
si se pudiese registrar sería sorprendente,
se está dividido.
En los sueños,... se participa,
en el delirio febril también.
En mi caso, sin interrupción,
las relaciones complejísimas
se crean sin cesar,
es una máquina que funciona sola,
atormenta, desespera, mata en vida.