Aunque de poco te hayan servido,
no dudas en dejarlos aparte
del estéril orden impuesto
en tu vida. Y no por pura apariencia
de rigor, los alabas o los criticas,
con dureza. Se trata más bien
de ocupar un espacio propio,
de tomar aliento en la noche sola,
de aumentar la vida y prolongarla.
De alguna forma, tu existencia
a ellos se aferra, mientras cumples
el ritual de leer siquiera algunas páginas.
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