Me atreví a saludar
a personas que no conocía,
que se volvieron lo mejor de mi vida,
que escribieron prosas en mi piel.
Me atreví a saludar
tu alma al desnudo,
y simpatizar con tu cuerpo
me enseñó a escribir grandes sueños.
Salúdame siempre, amor mío,
porque eres el mejor compañero.