En la selva nadie quiere
morir de penosa hambruna
y afilando van las uñas
muchas fieras del presente.
Y con pasos sigilosos
unos tigres y leones,
van de día y van de noche,
junto con los mismos lobos
atacando las gacelas
a las cebras y venados
que los cazan en los campos,
en los valles y praderas.
No es extraño y misterioso
que el más «fuerte» se harte al «débil»;
pero como el ave Fénix:
¡Vuela y abre bien tus ojos!
Que si los llevas cerrados
y no miras el entorno
te convertirán en polvo
si te vas al camposanto.
Nunca ignores ni tu sombra,
si la sombra ha de engañarte.
¡Ay de aquel que nunca sabe
que ignorar no es poca cosa!
Ten la duda razonable
que las razonables dudas
muchas veces nos ayudan
pues del malo no hay que fiarse.