Lourdes Aguilar

RESIGNACIOIN

Enfermo de frustración, solo y herido

así me hallaba por tu ausencia dolido

pero como el Fénix de las cenizas me levanto

ya sin rabia, y el rostro limpio de llanto

No te odio, al contrario, hasta celebro

verte al fin feliz y radiante

laureles en la frente

y en la mano un cetro

creo que hasta te admiro

y  podría escribir para la posteridad

que conocí a un ser muy singular

a quien amé con amor leal e intenso

pero igualmente egoísta y dañino

sin logrrar nunca victoria ni tregua

 

Intenté moldearte en vano, a mi manera,

qué insensato fui, qué arrogante

los lazos con que te até y te retuve

fueron de opresora, venenosa hiedra

 

Del el tren incómodo donde viajábamos

A ninguna estación te permitía bajar

Absorto en llenar de lumbre las calderas

No hice caso al pitido constante de las alarmas

Hasta que finalmente y sin remedio descarriló

 

El bullir de mi sangre Dios perdone

Las carencias de humildad, carisma o fortuna

Ni me importaron ni cultivar quise

al conocerte se apoderó de mí pasión desconocida

Dios me lo perdone, llegué hasta la locura

tan sólo de imaginarte en otros brazos

que te brindaran más placer, más sosiego

y quedara con mi orgullo hecho bagazos

 

Dios me lo perdone, mi amor insolente

renegó, exigió, amenazó, al verse rechazado

no comprendí hasta que mi cáscara resquebrajada

de dura nuez  por tanta furia y penar ya calcinada

a un sentimiento sincero y temeroso dio salida

 

Dios me lo perdone, sin desearlo fui verdugo

a quien más amé, impuse duro yugo

aplasté, ilusión, voluntad y nobleza

en aras de un sentimiento opresivo

que creyéndolo único perdió crédito

no puedo ya nombrarlo, me da pena

ahora que entiendo y acepto mi derrota

mi destino no es el tuyo Dios te bendiga.