Era demasiado joven
para el vino, para el mar, para viajar,
para las cosas más reales y
sin trascendencia, mientras se sucedían
los años con su retórica de labios que muerden
otros labios.
Luego el día sustituyó a la noche,
demostrándole que el subsuelo
tiene lágrimas de adolescente,
risas que ocultan un latido nervioso
de sangre.
Capitales de provincia que amonestan
desde lo alto de sus heroicas cimas.
Era demasiado joven para todas esas cosas,
sin embargo las probó.
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