Rafael Escobar

\"LA DAMA DE LA FUENTE\"

 

 

Texto

Mirando la fontana embelesada

asoman dos mechones en su oreja;

el dedo se humedece ensimismada

pensando en los motivos de su queja.

 

La gente va pasando enajenada

en medio del bullicio que se aleja;

quedándose feliz y enamorada

del sol, que dulcemente la corteja.

 

Vestida con su traje de dulzura

de plata luce helénicos zarcillos;

haciéndole brillar su hermosa frente

 

de paz, tranquilidad y de ternura;

ciñendo sus cabellos con cintillos,

la dama fascinante de la fuente.

Crystal CG

 

I

 

Mirando la fontana embelesada

su rostro brilla siempre muy sereno;

con bello resplandor de luces lleno

que porta la vestal iluminada.

 

Lo mismo que nereida inmaculada

su imagen tiene aspecto macareno,

que invoca de pasión el desenfreno

y enmarca su silueta delicada.

 

Exalta con su estilo tan glorioso

su célica sonrisa tenue y pura;

mostrando el gran donaire majestuoso

 

de angélica y fantástica criatura;

que exhibe su linaje glamoroso

vestida con su traje de dulzura.

II

Asoman dos mechones en su oreja

que imitan las guirnaldas de una diosa;

destacan de manera prodigiosa

tan suaves cual finísima madeja.

 

De forma transparente se refleja

su empírica figura misteriosa;

dejando regia estela luminosa

que niebla con su lumbre se despeja.

 

Su cuello tan perfecto y tan lozano

emana las fragancias de tomillos;

y porta lo divino y lo pagano

 

que brinda del amor preciosos brillos;

y actuando con un porte soberano

de plata luce helénicos zarcillos.

III

Su dedo lo humedece ensimismada

y observa como el agua va ondulando;

 y en medio de su sueño, y divagando,

sonríe por sentirse idolatrada.

 

De grandes ilusiones embriagada

el trino de un zorzal está escuchando;

y su alma por las nubes va remando

en una voluptuosa marejada.

 

La gota del rocío le acaricia 

su piel de porcelana, tiernamente;

naciéndole en sus ojos la primicia

 

del ansia mas febril y vehemente;

 que vierte de ilusión la gran delicia

haciéndole brillar su hermosa frente.

IV

Pensando en los motivos de su queja

recuerda de su vida sinsabores;

mas sabe que ha vivido los amores

que sirven al deseo de bandeja.

 

A ninfa parnasiana se asemeja

con ese su esplendor de mil colores;

que trae los delirios  soñadores

que fluyen de su boca tan bermeja.

 

Emite con su voz divino arpegio

que tiene del placer la partitura;

trayendo con sus notas florilegio

 

que el alma suavemente la captura

cargando en su solemne sortilegio

la paz, tranquilidad y la ternura.

V

La gente va pasando enajenada

sin ver en su mirar melancolía;

tampoco sin palpar la poesía

que brota de su faz emocionada.

 

Con alma que suspira apasionada

contempla su esperanza en lejanía;

y piense que quizá le llegue un día

la dicha, de magnolias perfumada.

 

Con falda de preciosos estampados

abriga sensualmente sus tobillos;

sus bucles tan sedosos y dorados

 

adorna con claveles amarillos;

y evita que le sean despeinados

ciñendo sus cabellos con cintillos.

 

VI

En medio del bullicio que se aleja

murmullos le distraen pensamiento;

logrando que se nuble el sentimiento

del sueño tan ansiado que bosqueja.

 

Lo mismo que fulgente candileja

que lleva con su luz divino aliento;

palpita su quimera con portento

del canto que al amor feliz festeja.

 

La tarde sigilosa se desgrana

y alumbra ya la luna tenuemente,

en tanto que su piel de porcelana

 

envuelve con un chal que la caliente;

sonriendo con sus aires de sultana

La dama fascinante de la fuente. 

 

VII

Quedándose feliz y enamorada

admira los luceros de la noche;

sus ojos verde claro hacen derroche

de mística y narcótica mirada.

 

Su boca tan sensual y nacarada

posee de lascivia sacro broche;

que ofrece con ardor y sin reproche

la llama más ardiente y desbocada.

 

Destila la belleza más suprema

que evoca de Afrodita su hermosura;

que atrae cual los versos de un poema

 

que tiene perfección en su estructura;

brillando con fulgor de regia gema

vestida con su traje de dulzura.

VIII

Del sol que dulcemente la corteja

recibe de su luz las bendiciones;

y viendo sus excelsas tentaciones

un ósculo en su estampa siempre deja.

 

Caminan por la plácida calleja

sus formas de perfectas proporciones;

llevando en sus contornos las pasiones

igual que dulce miel de tierna abeja.

 

La tarde dulce noche vaticina

con magna refulgencia incandescente;

que borda con la luz mas cristalina

 

romántico paisaje muy fulgente;

luciendo mayestática y divina

la dama fascinante de la fuente.

 

Autor: Aníbal Rodríguez