Texto
Mirando la fontana embelesada
asoman dos mechones en su oreja;
el dedo se humedece ensimismada
pensando en los motivos de su queja.
La gente va pasando enajenada
en medio del bullicio que se aleja;
quedándose feliz y enamorada
del sol, que dulcemente la corteja.
Vestida con su traje de dulzura
de plata luce helénicos zarcillos;
haciéndole brillar su hermosa frente
de paz, tranquilidad y de ternura;
ciñendo sus cabellos con cintillos,
la dama fascinante de la fuente.
Crystal CG
I
Mirando la fontana embelesada
su rostro brilla siempre muy sereno;
con bello resplandor de luces lleno
que porta la vestal iluminada.
Lo mismo que nereida inmaculada
su imagen tiene aspecto macareno,
que invoca de pasión el desenfreno
y enmarca su silueta delicada.
Exalta con su estilo tan glorioso
su célica sonrisa tenue y pura;
mostrando el gran donaire majestuoso
de angélica y fantástica criatura;
que exhibe su linaje glamoroso
vestida con su traje de dulzura.
II
Asoman dos mechones en su oreja
que imitan las guirnaldas de una diosa;
destacan de manera prodigiosa
tan suaves cual finísima madeja.
De forma transparente se refleja
su empírica figura misteriosa;
dejando regia estela luminosa
que niebla con su lumbre se despeja.
Su cuello tan perfecto y tan lozano
emana las fragancias de tomillos;
y porta lo divino y lo pagano
que brinda del amor preciosos brillos;
y actuando con un porte soberano
de plata luce helénicos zarcillos.
III
Su dedo lo humedece ensimismada
y observa como el agua va ondulando;
y en medio de su sueño, y divagando,
sonríe por sentirse idolatrada.
De grandes ilusiones embriagada
el trino de un zorzal está escuchando;
y su alma por las nubes va remando
en una voluptuosa marejada.
La gota del rocío le acaricia
su piel de porcelana, tiernamente;
naciéndole en sus ojos la primicia
del ansia mas febril y vehemente;
que vierte de ilusión la gran delicia
haciéndole brillar su hermosa frente.
IV
Pensando en los motivos de su queja
recuerda de su vida sinsabores;
mas sabe que ha vivido los amores
que sirven al deseo de bandeja.
A ninfa parnasiana se asemeja
con ese su esplendor de mil colores;
que trae los delirios soñadores
que fluyen de su boca tan bermeja.
Emite con su voz divino arpegio
que tiene del placer la partitura;
trayendo con sus notas florilegio
que el alma suavemente la captura
cargando en su solemne sortilegio
la paz, tranquilidad y la ternura.
V
La gente va pasando enajenada
sin ver en su mirar melancolía;
tampoco sin palpar la poesía
que brota de su faz emocionada.
Con alma que suspira apasionada
contempla su esperanza en lejanía;
y piense que quizá le llegue un día
la dicha, de magnolias perfumada.
Con falda de preciosos estampados
abriga sensualmente sus tobillos;
sus bucles tan sedosos y dorados
adorna con claveles amarillos;
y evita que le sean despeinados
ciñendo sus cabellos con cintillos.
VI
En medio del bullicio que se aleja
murmullos le distraen pensamiento;
logrando que se nuble el sentimiento
del sueño tan ansiado que bosqueja.
Lo mismo que fulgente candileja
que lleva con su luz divino aliento;
palpita su quimera con portento
del canto que al amor feliz festeja.
La tarde sigilosa se desgrana
y alumbra ya la luna tenuemente,
en tanto que su piel de porcelana
envuelve con un chal que la caliente;
sonriendo con sus aires de sultana
La dama fascinante de la fuente.
VII
Quedándose feliz y enamorada
admira los luceros de la noche;
sus ojos verde claro hacen derroche
de mística y narcótica mirada.
Su boca tan sensual y nacarada
posee de lascivia sacro broche;
que ofrece con ardor y sin reproche
la llama más ardiente y desbocada.
Destila la belleza más suprema
que evoca de Afrodita su hermosura;
que atrae cual los versos de un poema
que tiene perfección en su estructura;
brillando con fulgor de regia gema
vestida con su traje de dulzura.
VIII
Del sol que dulcemente la corteja
recibe de su luz las bendiciones;
y viendo sus excelsas tentaciones
un ósculo en su estampa siempre deja.
Caminan por la plácida calleja
sus formas de perfectas proporciones;
llevando en sus contornos las pasiones
igual que dulce miel de tierna abeja.
La tarde dulce noche vaticina
con magna refulgencia incandescente;
que borda con la luz mas cristalina
romántico paisaje muy fulgente;
luciendo mayestática y divina
la dama fascinante de la fuente.
Autor: Aníbal Rodríguez