Parsimonioso pero constante,
lúcido…muy lúcido…
preciso y sagaz,
incuestionablemente sereno,
acompasado pero continuo…
prolongado y juicioso,
con alguna dosis de imprudente,
callado…sin hacer alarde,
introvertido como un desterrado,
quieto…lo suficientemente inmóvil…
como para que a nadie le importe.
Convencido del silencio…y de su armonía de melancolía genuina,
habitante del hogar de los supuestos…
donde se desconectaron los lamentos,
apropiado de esa soledad abandonada…
que quedó tirada en el santuario de mi tristeza…
y que ahora se siente como de mi exclusiva pertenencia.
Me he transformado en un ser extraño…
dotado de una locura original…que persuade,
sin prohibiciones…ni indecisiones.
Extraño ser, pero consiente de la estupidez,
liberado del ruido de los malvivientes,
emancipado de la lengua viperina de los humanos,
redimido del pecado de la traición…alérgico a la felonía,
insubordinado a los embustes de los haraganes…
que gastan el tiempo ocupándose de lo ajeno.
Me declaro rebelde… independiente,
sin ejercito ni combate…
sin aliados, cómplices o compinches,
solo me declaro desobediente…
y rechazo el rumbo de los mortales corrientes.
Repudio la miseria mezquina de los “poderosos”,
y saludo la causa de los sencillos,
me uno a la claridad de los humildes.
Desconozco a “cultos y eruditos”,
me desafilio de los idiotas…
y me retiro a mi montaña.