Que perdure el recuerdo de tus labios envolviéndose en los míos y que el tacto de tu piel se quede para siempre en la palma de mis manos y en la punta de mis dedos.
Que mi lengua pronuncie el sabor de tu intimidad, mientras el silencio es arrebatado por la melodía del pecado.
Que el sudor de nuestros cuerpos fluya intensamente en corrientes de deseo y desemboquen en mares de placer.
Que la razón se desvanezca dando paso a un cataclismo de dos almas fusionadas en un acto impuro y carnal.