¡Baja ya de la cruz...
mi amado Cristo!,
no es necesario
continuar con tu suplicio,
pasaron ya de cuatro mil
la cuenta de solsticios,
y los humanos no comprendemos
tu valioso sacrificio.
¡Baja ya de la cruz...
mi amado Cristo!,
que los humanos aún
nos vendemos por monedas,
que todos nos arrodillamos
ante las altas esferas,
y tus misioneros acarician
menos al dolor que a las riquezas.
¡Baja ya de la cruz...
mi amado Cristo!,
que aquí matamos
al que no ha nacido,
y al anciano o al que sufre
le acortamos lo vivido;
y los reyes, a sus pueblos
los mandan al exilio.
¡Baja ya de la cruz...
mi amado Cristo!,
que el hombre jamás
abandona la soberbia,
que se inventa, por dinero,
tantas guerras,
y parece disfrutar, el manchar
con sangre... la tierra.
¡Baja ya de la cruz...
mi amado Cristo!,
¡ve con tus ángeles,
elévate glorioso!
No cargues la culpa
del hombre y sus pecados,
¡que Judas no se ahorcó...
vive y se ha multiplicado!
xE.C.