Poesía viene del vocablo del griego ático Poiein
que significa crear, juntar, hacer.
Un buen poema sería aquel que junta
bien las palabras, de manera sorpresiva,
inesperada.
—Horacio y su «callida iuntura».
Pienso en lo de ayer, en nosotros.
Me dijiste que «mejor no aparecer» pero a continuación me diste las señas del bar
donde ibas a estar compartiendo día tan señalado con «tu gente».
Me subió una alegría indescriptible por entre los poros de lo improbable, creí que
pasarías de puntillas por el chat como en otras ocasiones, brillando por tu ausencia,
pero, por fortuna, recibí ese alimento del cielo: los dados cayeron en mi casilla.
Cerré el ordenador ante la avalancha de adrenalina que me azotó por dentro y me puse
manos a mi obra; me duché, afeité, acicalé como mi escasa ciencia me dio a entender
y abrí la puerta en busca de un sabor que no rescaté finalmente, muy a mi pesar: el de
las torrijas de una cafetería-obrador que descansa en una esquina de la Plaza de la Alfalfa.
Una vez di buena cuenta del dulce manjar semanasantero, típico de Sevilla, y bañado
por un café con leche, me dirigí al bar donde estarías con «tu gente».
Pensé que era pronto porque poco antes me enviaste un mensaje indicándome
«nosotros en camino», pero sí estabas, estaba lleno el bar de toda «tu gente», te veía contenta,
yo algo nervioso porque no sabía qué hacer, fui de un extremo a otro del bar —hacía
esquina— y me paré en un lugar en línea contigo para que me vieras, salieras, y me invitaras
a entrar —no quería bajo ningún concepto «cagarla», como sueles decir.
Me acerqué al lugar donde los niños jugaban con una pelotilla al fútbol, como hacía yo con
su edad en el patio del colegio —recuerdo que hasta con piedras planas llegue a jugar— y
reconocí a dos de tus hijos —respecto al tercero dudaba entre dos.
Como no venías volví a ponerme en línea, dejé la indagación que estaba haciendo para matar
el tiempo con el propósito de que te diera por acudir a mi rescate.
Acudiste y reaccioné de la misma forma que hice con otra chica, llamada Marga, en verano,
quien me dijo que me fuera porque estaba con su madre y una amiga y no quería que fuese
advertido. Me detuviste en mi huida —lo que agradecí profundamente— y me presentaste a tu
cuñado, que me acogió con toda la simpatía que necesitaba para que el día fuese como fue.
Hasta en esa reacción fuiste mejor que esa chica, me dijiste que adónde iba y me introdujiste en
«tu ambiente, tu gente», me ofrecieron vino y a partir de ese momento todo fue miel sobre
hojuelas, tú, haciendo las veces de anfitriona, encantadora como
de costumbre y acogedora tal y como me adelantaste si iba, aunque mejor sería que no.
Todo el mundo era delicioso. Hacía tiempo que no me sentía tan bien acogido y pierdo
la memoria recordando un Jueves Santo tan agradable. Mi comportamiento fue el adecuado
según tu parecer, era mi principal intención, y en esas intenté congeniar con «tu gente»
y así lo hice. Quise apurar hasta el final y así lo hice, me apetecía quedarme a solas contigo
al final del día, como premio a mi buen hacer, pero no fue posible. Intenté quedar contigo
después, para la «Madrugá», pero no fue posible. Quise, aún casi sin dormir, tener contigo
ese momento de intimidad, de soledad, que me apetecía, como colofón a un día estupendo.
No fue posible y entendí perfectamente el motivo. El balcón era de otra persona y no avisaste
con tiempo —ese era el motivo pero el verdadero era otro que no me quisiste confesar.
Entiendo que el motivo era el mismo de siempre: el miedo a que seas descubierta en falta, y
detrás de ese motivo otro más profundo: Que tu pareja se enterara de la infidelidad
y decidiera poner fin a la relación, lo que equivaldría a descolgarse de una cornisa y caer
al abismo sin remisión posible.
Necesitaba decírtelo. Para mí también esta siendo una experiencia intensa y percibo
que te cuesta expresar tus sentimientos, o incluso pienso, creo que con más criterio,
que no acabas de saber lo que sientes realmente, lo que piensas que te pasa, y das
palos de ciego explicándote.
Es solo lo que pienso, no tiene más importancia.