Sentados a la mesa
sólo estamos tu y yo,
la sopa en los platos
humeando un grato vapor,
uno en cada extremo
como dos perfectos extraños,
el servicio rigurosamente dispuesto
guardando un incómodo silencio,
el mayordomo mira desde un rincón,
cual guardián entrenado,
en espera de nuestras órdenes,
no hay miradas entre nosotros
ni tampoco conversación,
las cartas han sido lanzadas
y en el intertanto
la sopa se enfrió...
No reflexiones mi poesía...vívela