Mis labios tiemblan
al pronunciar tu nombre
desde el silencio.
Hablo contigo,
no importa la distancia,
y tú me escuchas.
Luego contestas,
hay música en tus versos
y tus palabras.
Nos conocemos,
sabemos de nosotros
estando lejos.
Hay unos gestos,
momentos compartidos,
que bien usamos.
Y hasta guardamos
la luz de las pupilas
donde bebimos.
Divinas fuentes
de eterna fantasía
para inspirarnos.
Hay mil suspiros
guardados en el alma
que nos esperan.
Pero tu nombre
palpita entre mis labios
y quiere vida.
Quiere latir,
con fuerza por mi pecho
y corazón.
Y entonces tiemblan
mis labios y te llaman,
te necesito.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/04/23